Madeira, Pon a prueba tus sentidos

 

A menos distancia de la que imaginas existe un destino que te cambiará por dentro y por fuera. En el contraste entre el azul del océano atlántico y el verde esmeralda de las montañas, encontrarás un respiro de paz. Pon a prueba tus sentidos y déjate llevar por tu instinto más auténtico y viajero.

 

Desde las profundidades del océano Atlántico hasta el monte más alto, Ruivo, a 1.862 metros, la frondosidad salvaje de la naturaleza está garantizada a lo largo de todo el año. Submarinismo, parapente, hípica, ciclismo o yoga son tan sólo algunas de las atractivas actividades que le brinda al visitante el escenario natural de Madeira. Además, existe la posibilidad de volar en helicóptero o en globo sobre la isla y sentirte en otra dimensión.

 

Antes de aterrizar en el aeropuerto de Funchal, la capital de Madeira –a no ser que seas de esas personas que se despiertan al final del vuelo con el sonido metálico de los demás pasajeros desabrochándose el cinturón–, al mirar por la ventanilla tendrás la primera visión espectacular. Las verdes montañas que parecen surgir directamente del mar son una constante en este archipiélago que impacta a los visitantes por el agradable clima que reina en él durante todo el año, la tranquilidad que se respira en el ambiente y la amabilidad de sus habitantes.

 

Una explosión ecléctica

Nada más bajar del avión, es aconsejable alquilar un coche pues, aunque no lo parezca, las distancias entre las distintas ciudades son bastante grandes. A lo largo de sus 800 kilómetros, Madeira se convierte en un país en miniatura. Tradición, gastronomía, arte, diseño y arquitectura se dan cita en Funchal.

De ambiente cosmopolita, por las calles de su casco antiguo se puede ir de compras, tomar un vino de la región, caminar por la famosa avenida Arriaga y descansar en alguna de sus concurridas terrazas o perderse durante toda una mañana en el colorido Mercado dos Lavradores. Mezcla de art déco y modernismo, es el mercado principal de la ciudad, con azulejos típicos, un patio central y dos pisos repletos de puestos de flores, especias, frutas exóticas y verduras: ¡una fiesta de los sentidos!

Cerca de la ciudad, y tras recorrer una carretera de costa, se encuentra Cãmara de Lobos, donde en los años cincuenta se instaló Winston Churchill, inspirándose en ella para escribir sus primeros relatos y pintar numerosos cuadros. En esta localidad parece que no ha pasado el tiempo: los comercios, los bares y los pescadores jugando a las cartas y al ajedrez en el puerto componen una postal atemporal. Es el lugar idóneo para comer un buen pescado fresco y tomarse el típico licor madeirense, la poncha, mientras escuchas historias de sirenas y barcos a la deriva.

Si nos adentramos en la isla hacia el norte observamos cómo toma el protagonismo del paisaje la exuberante y variada vegetación, mezcla de tropical y mediterránea. Todo un lujo para la vista. Gracias a las características climáticas que se dan a lo largo de todo el año, se pueden admirar multitud de jardines de plantas exóticas e increíbles flores en su medio natural, como orquídeas, magnolias o azaleas. En el mes de abril se celebra la Fiesta de la Flor, donde toda la población se vuelca en decorar las fachadas de sus casas o sus comercios con auténticas alfombras florales.

Pero el paraíso no lo delimita el mar, pues a poca distancia, unos 15 minutos en aeronave o dos horas en ferry, se encuentra la isla de Porto Santo, que también pertenece a Madeira. Con sus 9 kilómetros de arena de playa dorada y sus calas paradisíacas se convierte en el emplazamiento perfecto para perderse unos días y recargar pilas con uno de los muchos tratamientos naturales que ofrece el único centro de talasoterapia del archipiélago.

Madeira ha sido considerada desde hace muchos años un destino de relax, pues ya en 1860 la emperatriz Sissi la eligió para descansar. Lo que no sabíamos hasta ahora es que el paraíso podía estar tan cerca.

 

Dónde comer en Madeira

Estalagem Quinta da Casa Branca

El restaurante de este hotel de lujo edificado sobre una antigua quinta ofrece cocina portuguesa refinada y una carta de vinos exquisita. Lo mejor, sus postres con frutas de la isla. Rua da Casa Branca, 5-7,

 

Fora d’Água

Con unas inmejorables vistas al mar y una decoración metálica y modernista, los pescados de la carta y la pasta son el mayor reclamo para los comensales. Hotel Tivoli Ocean Park, Promenade do Lido, 11.

 

Quinta do Furao

Ubicada en la localidad de Santana, esta quinta presume de tener la mejor cocina de la zona.

Achada do Gramacho (Santana)

 

Qué visitar en Madeira

Mercado dos Lavradores De lunes a sábado se puede entrar al mercado más famoso de la isla. Las frutas tropicales y la variedad de pescados son un espectáculo para los más sibaritas. Brigadeiro Oudinot, 24-26.

Pico Areeiro Es un pecado abandonar Madeira sin haber sucumbido a sus mejores vistas. Se puede subir andando, en bicicleta, en quad o en coche desde Funchal por la carretera ER 202.

Fábrica de Santo António Callejeando por el centro de Funchal encontrarás esta tienda en cuyo interior se esconde una fábrica que desde hace cien años elabora bolachas, las tradicionales galletas. Travessa do Forno, 27-29.

 

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